El papa implora "esperanza", "paz" y "dignidad" en un mundo marcado por tantas injusticias y violencias
El pontífice ha hecho un repaso de la violencia y el sufrimiento que se aflige al mundo tras la bendición 'Urbi et Orbi', a la ciudad y al mundo, que imparte dos veces al año al final de la Semana Santa y en Navidad
El Papa ha implorado "esperanza", "paz" y "dignidad" en un mundo marcado por tantas injusticias y violencias, tras la bendición 'Urbi et Orbi', a la ciudad y al mundo, que el pontífice imparte dos veces al año al final de la Semana Santa y en Navidad.
"Trae frutos de esperanza y dignidad donde hay miseria y exclusión, donde hay hambre y falta trabajo, a los prófugos y refugiados --tantas veces rechazados por la cultura actual del descarte--, a las víctimas del narcotráfico, de la trata de personas y de las distintas formas de esclavitud de nuestro tiempo", ha instado el pontífice.
Asomado al balcón de la logia central de la basílica de San Pedro, Francisco ha hecho un repaso de la violencia y el sufrimiento que se aflige al mundo al recordar a los niños que, "a causa de las guerras y el hambre, crecen sin esperanza, carentes de educación y de asistencia sanitaria".
También se ha referido a "los ancianos desechados por la cultura egoísta, que descarta a quien no es 'productivo". Así ha pedido a los que tienen responsabilidades políticas que usen la sabiduría "para que respeten siempre la dignidad humana, se esfuercen con dedicación al servicio del bien común y garanticen el desarrollo y la seguridad a los propios ciudadanos".
El Papa ha aprovechado, como es habitual, la bendición apostólica para enumerar los conflictos abiertos en el mundo comenzando por la guerra en Siria "cuya población está extenuada por una guerra que no tiene fin".
Y ha especificado: "Que la luz de Cristo resucitado ilumine en esta Pascua las conciencias de todos los responsables políticos y militares, para que se ponga fin inmediatamente al exterminio que se está llevando a cabo, se respete el derecho humanitario y se proceda a facilitar el acceso a las ayudas que estos hermanos y hermanas nuestros necesitan urgentemente, asegurando al mismo tiempo las condiciones adecuadas para el regreso de los desplazados".
El pontífice ha pedido la paz en todo el Oriente Medio, especialmente en Tierra Santa "que en estos días también está siendo golpeada por conflictos abiertos que no respetan a los indefensos", para Yemen y para todo el Oriente Próximo, "para que el diálogo y el respeto mutuo prevalezcan sobre las divisiones y la violencia". "Que nuestros hermanos en Cristo, que sufren frecuentemente abusos y persecuciones, puedan ser testigos luminosos del Resucitado y de la victoria del bien sobre el mal", ha añadido.
El pontífice ha hecho hincapié en pedir "esperanza" para cuantos "anhelan una vida más digna, sobre todo en aquellas regiones del continente africano que sufren por el hambre, por conflictos endémicos y el terrorismo".
Al detenerse en África, ha instado a sanar "las heridas en Sudán del Sur y en la atormentada República Democrática del Congo" y a que se abran "los corazones al diálogo y a la comprensión mutua". El Papa ha agregado: "No olvidemos a las víctimas de ese conflicto, especialmente a los niños. Que nunca falte la solidaridad para las numerosas personas obligadas a abandonar sus tierras y privadas del mínimo necesario para vivir".
Asimismo, se ha detenido en Ucrania y ha pedido que "se fortalezcan los pasos en favor de la concordia y se faciliten las iniciativas humanitarias que necesita la población". El Papa también se ha referido a Venezuela, sobre la que ha especificado: "Suplicamos frutos de consolación para el pueblo venezolano, el cual --como han escrito sus Pastores-- vive en una especie de 'tierra extranjera' en su propio país".
"Para que, por la fuerza de la resurrección del Señor Jesús, encuentre la vía justa, pacífica y humana para salir cuanto antes de la crisis política y humanitaria que lo oprime, y no falten la acogida y asistencia a cuantos entre sus hijos están obligados a abandonar su patria", ha añadido.
Finalmente, ha tenido palabras para la península coreana y ha instado a que "las conversaciones en curso promuevan la armonía y la pacificación de la región", para agregar que "los que tienen responsabilidades directas actúen con sabiduría y discernimiento para promover el bien del pueblo coreano y construir relaciones de confianza en el seno de la comunidad internacional".
Antes de la bendición, el pontífice ha recorrido la plaza de San Pedro en el papamóvil para saludar a los fieles que estaban reunidos allí. Ante ellos, ha recordado que "la muerte, la soledad y el miedo ya no son la última palabra".
"Hay una palabra que va más allá y que solo Dios puede pronunciar: es la palabra de la Resurrección. Ella, con la fuerza del amor de Dios, ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos", ha concluido.