Aunque quedan pocas semanas para el inicio del otoño aún se puede disfrutar de lecturas de verano

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Almudena de la Montaña

El otoño editorial vendrá cargado de novedades con nombres propios como Eduardo Mendoza o Murakami

Habitualmente “este libro lo dejo para el verano...” suele ser la frase más habitual, aunque quizás nuestras vacaciones no suelen ser tan relajadas como antes, y los volúmenes se amontan en nuestra mesilla de noche. Aún así, es cierto que durante las vacaciones leemos más, y es que según un estudio de la Federación de gremios de editores el 31 por ciento lee más en sus periodos vacacionales que en el resto del año.
En Cádiz en 2018 el nuevo libro de Jöel Dicker 'La desaparición de Stephanie Mailer' ha sido el principal elegido en el verano de los gaditanos, seguido de 'Las hijas del capitán' de María Dueñas y por supuesto 'Patria' de Fernando Aramburu, que no ha sido desbancado desde que se saliera al mercado en 2016.
Sin embargo las recomendaciones de los libreros son siempre bienvenidas, la visión crítica de estos profesionales no siempre coincide con los llamados best sellers. Los clásicos siempre deben estar en nuestro punto de mira, y siendo Cádiz no podían faltar los episodios nacionales y Fernando Quiñones, perfectos anfitriones del inminente inicio del curso.
A gustos colores, pero es cierto que la ficción acapara la mayoría de las ventas durante la estación estival, novela histórica y novela negra siguen captando cada vez más la atención de los lectores. También se suman en los últimos años los libros ilustrados para mayores y pequeños son quizás la opción más elegida por su facilidad para leer en tiempos demasiado calurosos. Y por supuesto, las guías de viaje siguen siendo preferidas en papel a las digitales, no hay nada mejor que un buen mapa y recomendaciones tangibles para disfrutar de nuestras vacaciones en otros lugares.
A la espera de las novedades que vienen como los libros de Eduardo Mendoza, Murakami, Sthepen King o los relatos de Hemingway, apúntense a la tranquilidad que hasta el canónigo Tomás de Kempis solo encontraba el sosiego sentado en un rincón apartado y con un libro en las manos.