La leyenda de la casa de los espejos
En plena Alameda Apodaca se encuentra una vivienda de tres pisos y abundantes ventanas. Hoy en día son pisos que podrían catalogarse de lujo, pero parece que la leyenda que pesa sobre ellos dificulta su venta.
La historia cuenta que un almirante de la flota gaditana le traía de cada viaje un nuevo espejo como obsequio a su hija, por la que sentía delirio y pasión. Con el tiempo, la niña dejó de serlo para convertirse en una hermosa y dulce jovencita y su padre no vaciló en ningún momento en presumir de su belleza ante sus compañeros y amigos, lo que provocó unos celos enfermizos en su esposa, ya que sólo tenía bellas palabras para su hija.
El almirante seguía obsequiándole a su hija con un espejo de cada tierra americana que pisaba y llegó a tal punto que la casa quedó repleta de hermosos espejos.
Los celos y la ira de su mujer cada vez eran más destacados hasta que aprovechando uno de los viajes de su marido, la asesinó envenenándola.
Desde entonces, aquella fatídica casa quedó abandonada durante años, imagino que los años suficientes como para haberse deformado y deteriorado la verdadera historia, pero no olviden que toda leyenda tiene una base real.
En la actualidad la casa se encuentra reformada, pero hay quienes aseguran que aún se sigue escuchando los gritos y el llanto de la hija del almirante.
El almirante no fue visto más por su casa. Muchos años después la casa de los espejos ha sido testigo, según numerosos vecinos, de los lamentos de una niña que lloraba sin parar o de sombras escondidas tras las cortinas, que podían verse desde la calle, todo esto mientras estaba totalmente deshabitada...no sabemos si el alma de la chica, a la que su propia madre arrebató su vida, sigue pidiendo justicia.