Las monjas de Santa María inician los trámites para contar con un obrador y vender dulces
Las monjas de clausura del convento de Santa María buscan nuevas fuentes de financiación para mantener su centenaria casa.
Además de las donaciones que reciben, las religiosas tienen en proyecto adquirir el equipamiento necesario para montar un obrador y poner a la venta sus propios dulces.
Dice el refrán que a nadie le amarga un dulce, aunque tenga otro en la boca.
Y ese dulce es aún más sabroso si las manos que la amasan son bondadosas.
Por eso los dulces de los conventos de clausura suelen tener un sabor tan especial.
Galletas, bizcochos, polvorones, alfajores, magdalenas o pasta que son el sustento de estos conventos de clausura.
Pueden pagar la luz, el agua y, sobre todo, el mantenimiento de los conventos con las donaciones de los devotos y familiares.
Pero no es suficiente.
Y eso lo saben bien la Orden de Monjas Concepcionistas que han regresado al convento de Santa María.
Mantener la décima parte del convento en el que viven no es fácil.
Por eso, y gracias a la gestión de la Asociación de Amigos del Convento de Santa María, han iniciado los trámites para abrir un obrador en el convento.
Un horno industrial, maquinaria especial de repostería y mucho amor para cocinar los dulces que se pondrán a la venta y que supondrán un ingreso para la Orden.
Una vez que tengan todo el equipamiento y se ponga en marcha, las monjas comenzarán a elaborar estos dulces como han aprendido durante este tiempo en el convento de las Monjas Concepcionistas de la calle Feduchy.
Y es que en los años que las de Santa María han vivido allí, han trabajado conjuntamente para elaborar las tartas de San Marco, de chocolate o de Tocino de Cielo que saben a gloria.