El comercio tradicional de Cádiz resiste al "click" de la compra rápida por internet

En la ciudad existen establecimiento que cuentan ya con la quinta generación
Multiópticas Iglesias es uno de los comercios centenarios que hoy resisten en Cádiz
Redacción OC

Multiópticas Iglesias, ISI, Tinoco, Bazar Romero o Serafín resisten al paso del tiempo y a la tendencia de comprar on line

Ante la invasión del comercio en un click, y en menos de 48 horas tienes el producto en casa, el comercio tradicional resiste.

Al menos, en Cádiz existe un pequeño reducto igual de fuerte que el pueblo galo que lideraba Astérix y Óbelix. 

Y es que, al igual que los personajes que creara René Goscinny, no son muchos, pero tienen una fórmula mágica que les ayuda a vender al comercio on line, a las franquicias y a los cambios de tendencia comercial.

 

En la ciudad, algunos de ellos llevan resistiendo hasta cuatro generaciones en los mismos establecimientos donde nacieron. Con algunos cambios, pero siempre manteniendo la esencia de lo que fueron y de lo que siempre serán.

 

Ese es el caso de Multiópticas Iglesias. Fundando por 1902 por Manuel Iglesias, o son sus herederos de la tercera y la cuarta generación quienes siguen llevando un negocio que comenzó trabajando la fotografía, se reconvirtió en papelería y, finalmente, en los años 60, Manuel Amaya lo convirtió en la óptica que hoy atiende a generaciones de gaditanos.

 

José Amaya es hoy el responsable, no solo del negocio de la calle Sacramento, sino también del resto de tiendas, que también atienden en Chiclana. Junto a su hermana, llevan un negocio con el que también comienzan a familiarizarse sus hijos y sobrinos para, el día de mañana, continuar con este legado ya centenario. 

 

No llega a los 100 años, pero sí ya han pasado 80, desde que Isidro Tovar decidió abrir un pequeño negocio en la calle Columela. Vendía lencería para mujeres, y, debido al éxito, comenzó a ampliar su oferta y comenzó a convertirse en un referente en el comercio en Cádiz.

Poco a poco comenzó a buscar nuevos locales, abriendo en 1969 la tienda de la calle Novena, el único local de los 7 que llegó a abrir esta familia.

 

Un negocio que hoy gestiona su nieto, Narciso Lara Tovar.

De su abuelo lo aprendió todo, y de este negocio lo aprendió todo desde dentro y haciendo de todo. 

Él recuerda cómo era la clientela de la ciudad hace apenas 40 años, muchos más selecta y que buscaba en ISI un distintivo de calidad y referente de la moda.

Él se ha tenido que adaptar a los tiempos, y también se ha llevado la parte más desagradable del negocio, la de cerrar tiendas y tener que despedir a empleados de siempre.

Pero las empresas, para sobrevivir, tienen que ser rentables, y hoy en este pequeño reducto de la calle Novena, ISI resiste al paso del tiempo, con ropa muy diferente a la que vendía su abuelo, con precios más asequibles que los de entonces, pero con la atención personalizada a sus clientes, sean o no de Cádiz.

 

Tinoco es otro ejemplo de esos galos que resisten al asedio romano que es el comercio a través de internet.

Solo hoy queda abierta una tienda de todas las que también tuvo este empresario, y que gestiona su nieto que asegura que ha cambiado muchísimo la moda desde que su abuelo comenzó a vender hasta ahora.

Él ha querido seguir el camino que también le enseñó su padre, pero “con algo moderno, como con las camisetas, que mi padre no aprobaba en un principio”.

Sí mantiene la manera de trabajar con los proveedores, evitando ir a las grandes ferias y manteniendo el contacto directo en la tienda con ellos. 

Pero, al igual que el resto de tiendas tradicionales, su máxima es el cliente, al que cuida, mima y, sobre todo, intenta asesorar y entender.

 

Además de estos dos comercios de ropa, no hay que olvidar a la cuchillería Serafín, al bar Brim, a la empresa Ordoñez que gestiona Ninos y Don Pan o el Bazar Romero, con más de 125 de historia en la calle Hospital de Mujeres y que también ya atiende la tercera generación.

 

Y es que, quizás, ese sea el secreto de la fórmula mágica de la poción de estos gaditanos que hoy siguen manteniendo los establecimientos que heredaron de sus abuelos o bisabuelos, la atención al público.

El cliente no es un ticket o un número de tarjeta bancaria.

El cliente es una persona que necesita dedicación, que necesita asesoramiento y, sobre todo, que necesita que se le dedique tiempo. No que entre en una tienda, y hasta se tenga que quitar él mismo la alarma del producto en una caja automática que no tiene atención personal.

 

Si el comercio tradicional resiste es porque, quizás, no ha perdido su esencia. Esa en donde el tendero y el cliente se convierten casi en familia.