Ramos artificiales para el Día de Todos los Santos.
La antigua tradición de llevar flores a los difuntos se enfrenta a un cambio generacional en el que las incineraciones cada vez son más frecuentes.
Como cada 1 de noviembre, el Día de Todos los Santos, los cementerios se llenan de personas que visitan a sus difuntos seres queridos. Una tradición ancestral que se ve amedrentada por la falta costumbrista de las generaciones más jóvenes.
Con ellos, un desfile de flores de todo tipo para homenajear el recuerdo cálido de aquellos que se tuvieron que marchar. Flores que simbolizan la conexión entre los muertos y los vivos, y la fugacidad de la vida misma.
Los crisantemos, los gladiolos, los lirios y los claveles son algunas de las flores más tradicionales que regentan las lápidas de los camposantos. Aunque como nos cuenta Cristóbal Vaca, de ‘Lilas Arte Floral’, en la actualidad proliferan los ramos artificiales. Además las incineraciones han reemplazado a los entierros tradicionales en muchos casos, lo que ha reducido la necesidad de flores para cubrir los cuerpos durante los velatorios, añade Vaca.
